Diario de un coronavirus
-Para mi papá
De pronto todo cambio, todos esos años que permanecà atrapado dentro del cuerpo de papá murciélago me hicieron aprender a tener paciencia, a esperar. TenÃamos una vida tranquila, escuchábamos los sonidos de la selva, éramos felices. Pero desde hace 150 dÃas todo ha sido distinto.
Ese dÃa, unos humanos nos sacaron de la cueva oscura y húmeda donde siempre habÃamos vivido, nunca habÃa visto tanta luz. DormÃamos de dÃa escondidos del sol y salÃamos a comer frutas durante las noches, especialmente en las de luna llena. Pero ese dÃa, los hombres saquearon la cueva, nuestra casa, nos llevaron a todos a un mercado no muy lejos de ahÃ; a un lugar lleno de olores y sonidos nuevos para mi. Ese dÃa, fue el más triste, nunca más volvà a la calma.
Lleno de curiosidad me acerqué a la superficie, querÃa mirar ese mundo que parecÃa tan emocionante. Mis hermanos seguÃan cansados del viaje, mareados, pero yo querÃa saber qué pasaba allá fuera, qué era ese lugar tan ruidoso y extraño. Creo que me arriesgué demasiado. Los demás, se quedaron en el interior de papá murciélago, no los volvà a ver. Todo sucedió tan de prisa.
Fascinado con el espectáculo, me entretuve y distraje. Fue en ese momento en que caÃ. Nunca antes habÃa estado lejos de papá murciélago. Él no se dio cuenta, nunca lo hubiera permitido, creo que también estaba anonadado por la multitud; hasta entonces, siempre habÃamos vivido juntos. Resbalé, no tuve forma de regresar. Jamás habÃa estado en el exterior, sentà miedo, estaba solo. No supe que hacer, no se subsistir fuera de un animal, hacÃa frÃo. Asà que subà al primer ser vivo que encontré. Luego supe que era un bello y exótico pangolÃn.
AhÃ, encontré algunos primos lejanos, decÃan llamarse también coronavirus pero eran algo distintos a mi. Se portaron bien conmigo, me recibieron entre ellos, pero evidentemente yo era diferente. Traté de tomar de ellos algunas facciones para ver si podrÃa integrarme mejor, parecerme un poco más, pero fue en vano. Nunca logré integrarme, por lo que acabé de nuevo solo. Aislado. Asà que al poco tiempo salà de vuelta al exterior. Pero esta vez, encontré mejor suerte: conocà al ser humano.
Mi nuevo anfitrión era un señor joven, habÃa ido al mercado con su familia, se veÃan muy felices comprando alimentos para llevar a su casa. Decidà irme con ellos, no podÃa dejar la oportunidad de abandonar ese mercado; quizás me llevarÃan a la cueva de vuelta, volverÃa a ver a mis hermanos y a papá murciélago. Pero no. Yo ya era otro, estaba listo para ser explorador. Y vaya que ha sido una aventura.
En los humanos he encontrado un hábitat extraordinario. Su cuerpo es perfecto para mi, he logrado replicarme y expandirme. Tuve hijos y nietos, pude proliferarme. No encontré ningún otro familiar coronavirus en su interior, por lo que pude instalarme en las zonas del cuerpo que más me gustaron. Lo que sÃ, es que mucho he tenido que aprender sobre la marcha. Mi vida desde entonces se ha vuelto de batalla, de una lucha sin cesar. Este ser de inteligencia superior ha elaborado cuantiosas estrategias para destruirme, he tenido que superar pruebas de todo tipo.
Me aniquila con jabón, cuando se lava las manos es lo peor; me avienta con su estornudo y tos, y ya luego nadie me recoge, me quedo en superficies, por dÃas, en el calor; me esparce con alcohol, que me perfora por todos lados haciendo que se me salga todo mi interior; y cuando estoy finalmente dentro de su cuerpo, utiliza mecanismos ingeniosÃsimos para deshacerme. Su temperatura sube, por lo que me derrito; me bombardea con sustancias quÃmicas que me aniquilan, citosinas, anticuerpos y muchas medicinas. Lo que sÃ, es que en este tiempo, el humano me ha enseñado algunas lecciones.
Esta especie se ha sabido resguardar para protegerse; dicen que están en aislamiento social, pero más bien es sólo un aislamiento fÃsico. Ellos siguen juntos emocionalmente; se hablan, se cantan, se apoyan, se aplauden. Es muy emocionante. Incluso, dicen que gracias a mi están unificados, como nunca antes; que soy el primero en más de 100 años que ha logrado interrumpirles guerras y borrar sus diferencias. Lo que sÃ, es que tienen un planeta enorme para disfrutar; desde la cueva de papá murciélago nunca hubiera imaginado tantos paisajes tan hermosos. Y se, que aunque me siga reinventando, ellos juntos acabarán por vencerme, pueden hacerlo, ya conocen todos mis secretos; será una hazaña histórica, por lo que saldrán fortalecidos. Escribo estas lÃneas porque seguramente pronto llegará ese dÃa. Quiero, que quien lea estas lÃneas sepa, que yo no querÃa dejar la selva. Yo no salà para hacerles daño, fue una casualidad que acabe conviviendo con ellos. Si esos hombres no hubieran ido hace 150 dÃas al fondo de mi cueva, seguirÃa entre mis hermanos, estarÃa con papá murciélago viviendo todos en paz.