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Foto del escritorCarol Perelman

Ocho días y ciertos metales

Hace unos días, arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv en conjunto con la Autoridad de Antigüedades de Israel reportaron el descubrimiento en Beer Sheva del horno de fundición de cobre más antiguo del mundo, usado hace 6,500 años por los ghasulianos de la Edad de Cobre. Según los arqueólogos, los análisis del metal encontrado indican que el cobre era extraído de minas de Wadi Faynan, hoy Jordania, a más de 100 kilómetros de las fundidoras recién excavadas. Un hecho que evidencia que desde entonces, los humanos mantenían en secrecía ciertos avances tecnológicos, estratégicos. Por supuesto que para los ghasulianos, que competían entre ellos para lograr las vasijas más brillantes, fundir cobre a altas temperaturas manteniendo a la vez bajos niveles de oxígeno, representaba una habilidad que requería maestría y profundo conocimiento, digna de permanecer en secreto. Gracias a este descubrimiento, Beer Sheva hoy se ubica como el lugar pionero, en tiempo y espacio, del desarrollo de la metalurgia del cobre.

Por su parte, Jared Diamond, autor del famoso libro “Armas, Gérmenes y Acero” explica en su tesis que los avances más significativos de la civilización humana han sido catalizados por las epidemias, los conflictos bélicos, y por el invento y adaptación de materiales que logran cambiar el status quo. Hoy, sin duda hemos confirmado la premisa de los gérmenes; somos testigos del poder de transformación de un virus como el SARS-CoV-2. Pero la hipótesis de Diamond incluye además la influencia de los materiales en la evolución de las sociedades.

En ese sentido, el acero, hecho principalmente de hierro con pequeñas fracciones de carbono, como el bronce, mayormente cobre con pequeñas partes de estaño, son aleaciones que permitieron el adelanto de las civilizaciones, los inventos, las construcciones. Sin embargo, la búsqueda por mejores materiales ha sido constante. Si bien habitualmente, las aleaciones son mucho de un metal y poco de otro elemento, un grupo de investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara ha propuesto recientemente un cambio de paradigma. Los científicos plantearon igualdad en los diseños de estas mezclas, una composición que borre las proporciones desbalanceadas y promuevan la misma cantidad de sustancia en las novedosas aleaciones.

En un reporte publicado por la revista Science, los creadores de estas ·”democráticas” mezclas metálicas aseguran que las aleaciones resultantes tendrían aplicaciones para muchas industrias. La innovadora idea de combinar equitativamente los elementos provee de propiedades sumamente interesantes a los nuevos materiales. Quizás los humanos debamos llevar las recetas atómicas balanceadas al ámbito social, y buscar fórmulas que acorten las enormes brechas que nos tienen desproporcionados.

Finalmente, y siguiendo con temas metálicos, no podemos obviar que justamente en estos días, la Real Academia de Ciencias Sueca anunció los ganadores de la medalla de oro más codiciada por las mentes del mundo, los Premio Nobel. En fisiología o medicina, fueron honrados tres investigadores que por su trabajo en el descubrimiento del virus que causa la Hepatitis C, han salvado millones de vidas.

En física, fueron tres ganadores. Por un lado, el gran matemático Sir Roger Penrose, por demostrar la Teoría General de Relatividad de Einstein con la formación de agujeros negros. Pero además, la trayectoria de Penrose es increíble. Entre otras cosas, fue colaborador y coautor de Stephen Hawkins, inventor de las teselaciones que llevan su nombre y creador de figuras exóticas como el triángulo imposible que encontramos hoy en el Jardín Weizmann de Ciencias y que fungieron como inspiración para los grabados de M. C. Escher.

La otra mitad del Premio Nobel de Física, por el descubrimiento del objeto súper compacto al centro de nuestra galaxia, fue para Reinhard Genzel y la astrofísica Andrea Ghez, apenas la cuarta mujer en recibir este galardón. En la corta lista de premiadas están la gran Marie Curie en 1903, Maria Goeppert Mayer en 1963 y Donna Strickland hace dos años. Un claro ejemplo de las lamentables brechas de género que existen en el mundo de la ciencia, en este caso en el campo de la física. Ante la noticia, la Profesora Ghez, autora del libro infantil “Puedes ser una mujer astrónoma”, declaró: “espero recibir el Nobel sirva de inspiración para muchas niñas”. Esperemos que sí.

Finalmente, en esta semana de Sucot, en que construimos, unos simbólicamente, otros físicamente, nuestros refugios vulnerables de madera y palma según las instrucciones establecidas en el libro de Levítico, recordamos esos pequeños detalles en metal; los sencillos clavos, que permiten la edificación de sus paredes. ¿Acaso esas piezas metálicas no están descritas dentro de los requerimientos para su edificación? Quizás son claro ejemplo de los secretos tecnológicos que no requirieron ser patentados y sin embargo pasaron de una generación a otra. Y es que además, es en precisamente Sucot cuando según la tradición unimos entre las manos las cuatro especies que representan a todos y cada uno de los integrantes del pueblo. ¿Será que se trataba desde entonces de unificar a las sociedades, respetando las diferencias inherentes entre las personas, pero el objetivo era mezclar como iguales a todos, sin brechas?

Y en otro tema pero también sobre metales, la lamentable noticia de la muerte a los 65 años del guitarrista Eddie Van Halen, uno de los emblemáticos músicos del rock pesado, del Heavy Metal.


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