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El carnaval pandémico de los animales: un preludio a Saint-Saëns

Los animales han tenido apariciones esporádicas en los encabezados noticiosos de los últimos meses. De entre todos, el primero en la escena fue el murciélago, mamífero alado y vegetariano que ha fungido como la caja de pandora en esta pandemia. Como indica toda evidencia, el coronavirus que está circulando hoy en día por todas las esquinas del planeta (que no posee vértices por ser casi esférico) presuntamente salió de un murciélago; extraordinario reservorio natural de los coronavirus el cual ha sido extensamente estudiado ya que el virus no le causa daño.


Pero en el carnaval de los animales que comenzó "oficialmente" en diciembre, han aparecido por cortísimos periodos otros animales vinculados al origen de la epidemia. En un inicio, el pangolín y las serpientes fueron señalados como posibles eslabones en el salto del virus al primer ser humano, en la zoonosis; hecho que ya fue descartado por no haber coincidencia con el material genético viral, con la infalible huella biológica.


Luego, por ahí de marzo, comenzamos a escuchar de los cisnes, osos, ciervos y cocodrilos, que al ver a los humanos encerrados, salieron de sus hábitats para explorar el mundo sin personas; un cuento utópico seguramente escrito en el lenguaje del doctor John Dolittle.


Después, nos distrajeron algunas noticias aisladas sobre algunos pocos gatos contagiados de Covid-19 por sus dueños, incluidos entre estos felinos, cinco tigres y tres leones que dieron positivo en el Zoológico del Bronx. Hechos que llamaron la atención de los amantes de las mascotas pero que rápidamente perdió tracción cuando se confirmó que difícilmente adquirían el virus, que la enfermedad en ellos no era grave y que no podían contagiar al humano.


Más adelante se supo, que un equipo en Inglaterra estaba adiestrando a unos perros para detectar con su afinado olfato coronavirus en las personas, como un posible método diagnóstico. Extraordinaria y esperanzadora noticia. Y en este contexto, no podemos dejar de lado, a los cientos de ratones y demás animales de laboratorio que por un lado fueron sacrificados porque los encierros truncaron muchos proyectos de investigación, y que por el otro, están siendo utilizados como modelos biológicos para entender el comportamiento del nuevo virus; para comprobar la eficiencia y seguridad de medicamentos y de las vacunas experimentales.


Pero entre todos los animales, quisiera hablar de las llamas, que desde 2018 eran las reinas de la cultura popular luego de desbancar a los unicornios, haciendo su aparición en colchas, playeras, cuadernos, piñatas y cubiertas de celular. Pero la llama-manía quizás finalmente esta bien justificada en 2020, porque estos rumiantes andinos, primos de las alpacas también originarias de Perú, podrían convertirse en la solución al Covid-19. En una publicación de mayo de la prestigiosa revista Cell, científicos de Bélgica reportaron que la llama conocida como Winter, era capaz de producir anticuerpos mucho más ligeros y con mayor poder de neutralización que los anticuerpos que los humanos generamos para contrarrestar al coronavirus. Este importante hallazgo abre la posibilidad de utilizar estos mini anticuerpos, eficaces y sumamente estables, como herramientas experimentales en los laboratorios de investigación o bien como una estrategia de tratamiento contra el Covid-19. Quizás comencemos a ver llamas también en las capas de los súper héroes.


Por su parte, los visones salieron también a la luz, y hablo de los animales, no de los abrigos colgados en las tiendas departamentales aún cerradas. Varias granjas en Europa argumentaron que estos mamíferos semi acuáticos habían contagiado a al menos dos de sus trabajadores de coronavirus, pudiendo ser la primera evidencia de contagio de un animal al ser humano. Incluso, una de las granja en Holanda, reportó la muerte del 2.4% de sus minks debido a este virus. Noticia aún en desarrollo, estudios se están haciendo para entender mejor este hallazgo.


Finalmente, hablemos de las ratas, y no en el contexto de que fueron ellas las responsables por esparcir la epidemia de Peste Negra durante el siglo 14 en Europa, sino específicamente por su nueva actitud ante el cambio en el ritmo de Nueva York. Ahí, en la Gran Manzana, donde tantos restaurantes tuvieron que cerrar sus puertas al convertirse en el epicentro de la epidemia durante el mes de abril, los roedores están desesperados buscando otras fuentes de alimento. Y ante ello, el CDC ha advertido sobre un incremento en su agresividad resultado de la falta de comida.


Camille Saint-Saëns, compuso a modo de diversión su Carnaval de los Animales en 1886 luego de una desastrosa gira artística por Alemania. Sólo la mostró a algunos amigos, la consideraba una suite en broma. Es por ello que pidió que se hiciera pública hasta después de su muerte, en 1921. El compositor francés nunca supo que se convertiría en una de las obras más emblemáticas. Así, el pasado 22 de mayo, se celebró el Día Mundial de la Biodiversidad Biológica, un día para recordar que somos parte de un todo más grande que nosotros, de un ecosistema interconectado que permite la vida armoniosa de cada uno de los que la integran.


Quizás sólo después de esta pandemia, nos daremos cuenta de la obra emblemática que es el planeta que compartimos con las demás especies. El ser humano, con su pensamiento antropocéntrico pocas veces es capaz de considerarse parte del bioma, sin embargo, recordemos, que de entre todos los seres animales, somos los más nuevos. Ellos, tienen derecho de antigüedad. Juntos, cada uno con su propia melodía, capaces de hacer una misma sinfonía.



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